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Qué Creemos

Nuestra Declaración de Fe

We hold to the timeless truths of the Christian faith, grounded in the authority of Scripture. Below is a summary of our core doctrines, which form the foundation of our teaching, worship, and community life.

“Pero tú habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (Tito 2:1)

Sobre las Escrituras

Creemos que la Santa Biblia fue escrita por hombres divinamente inspirados, y que es un tesoro perfecto de instrucción celestial; que tiene a Dios por autor, por objeto la salvación, y por contenido la verdad sin mezcla alguna de error, que revela los principios según los cuales Dios nos juzgará; siendo por lo mismo, y habiendo de serlo hasta la consumación de los siglos, centro verdadero de la unión cristiana, y norma suprema a la cual debe sujetarse todo juicio que se forme de la conducta, las creencias y las opiniones humanas.

Creemos que hay un solo Dios viviente y verdadero, infinito, Espíritu inteligente, cuyo nombre es YHWH, el Hacedor y Gobernador Supremo del cielo y de la tierra, indeciblemente glorioso en santidad; merecedor de toda la honra, confianza y amor; que en la unión de la divinidad existe en tres personas: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo, iguales estos en toda perfección divina; y que desempeñan oficios distintos que armonizan en la gran obra de la redención.

Creemos que el hombre fue creado en santidad, sujeto a la ley de su Creador; pero que, por la transgresión voluntaria, cayó de aquel estado santo y feliz; por cuya causa todo el género humano es ahora pecador, no por fuerza sino por su voluntad; hallándose por naturaleza enteramente desprovisto de la santidad que requiere la ley de Dios, totalmente inclinado a lo malo, y por lo mismo bajo justa condenación a ruina eterna, sin defensa ni excusa.

Creemos que la salvación de los pecadores es puramente por gracia; en virtud de los oficios mediadores del Hijo de Dios; quien por la designación del Padre, libremente tomó sobre sí nuestra naturaleza, sin pecado; honró la ley divina con su obediencia personal; y con su muerte, hizo plena expiación por nuestrospecados, resucitando después de entre los muertos; y desde entonces se entronizó en los cielos; que reúne en su persona admirable las simpatías más tiernas y las perfecciones divinas, teniendo así todas las cualidades que requiere un Salvador idóneo, compasivo, y omnipotente.

Creemos que la justificación es la gran bendición evangélica que asegura Cristo a los que en él tengan fe; que esta justificación incluye el perdón del pecado, y la promesa de la vida eterna de acuerdo con los principios de la justicia; que la imparte exclusivamente mediante la fe en la sangre del Redentor, y no por consideración de ningunas obras de justicia que hagamos; imputándonos Dios gratuitamente su justicia perfecta por virtud de esa fe; que nos introduce a un estado altamente bienaventurado de paz y favor con Dios, y nos asegura toda bendición necesaria tanto para el tiempo como para la eternidad.

Creemos que el evangelio hace gratuitos los beneficios de la salvación para todos; que es deber de todos aceptarlos inmediatamente con una fe cordial, arrepentida y obediente; que el único obstáculo para la salvación del peor pecador de la tierra es su depravación innata y su rechazo voluntario del evangelio; cual rechazo agrava su condenación.

Creemos que para ser salvo el pecador debe regenerarse o nacer de nuevo; que la regeneración consiste en dar a la mente una disposición santa; que se efectúa por el poder del Espíritu Santo en conexión con la verdad divina en una forma que excede a la comprensión humana, a fin de asegurar nuestra obediencia voluntaria al evangelio; y que la evidencia adecuada se manifiesta en los frutos santos del arrepentimiento, la fe y la vida nueva.

Creemos que el arrepentimiento y la fe son deberes sagrados y gracias inseparables labradas en el alma por el Espíritu regenerador de Dios; por cuanto convencidos profundamente denuestra culpa, de nuestro peligro e impotencia, y a la vez del camino de salvación en Cristo, nos volvemos hacia Dios sinceramente contritos, con confesión y suplicando la misericordia; a la vez recibiendo de todo corazón al Señor Jesucristo como nuestro profeta, sacerdote y rey, confiando solo en él como el único Salvador, suficiente para todo.

Creemos que la elección es elpropósito eterno de Dios según el cual Él misericordiosamente regenera, santifica y salva a los pecadores; que siendo consecuente este propósito con el albedrío humano, abarca todos los medios junto con el fin; que sirve de manifestación gloriosísima de la bondad divina soberana, infinitamente gratuita, sabia, santa e inmutable; que absolutamente excluye la jactancia y promueve humildad, amor, oración, alabanza, confianza en Dios y una imitación activa de su misericordia; que estimula al uso de los medios en el nivel más elevado; que puede conocerse viendo los efectos en todos los que de veras creen en el evangelio; que es el fundamento de la seguridad cristiana; y que cerciorarnos de esto en cuanto personalmente nos concierne exige y merece suma diligencia de nuestra parte.

Creemos que la santificación es un proceso mediante el cual, de acuerdo con la voluntad de Dios, se nos hace partícipes de su santidad; que es una obra progresiva; que comienza con la regeneración; que se desarrolla en el corazón del creyente mediante la presencia y poder del Espíritu Santo, Sellador y Consolador, en el uso continuo de los medios señalados, sobre todo la Palabra de Dios, la auto-examinación, la abnegación, la vigilancia y la oración.

Creemos que solo los que creen verdaderamente permanecerán hasta el fin; que su lealtad perseverante a Cristo es la señal ilustre que los distingue de los que hacen profesión superficial; que una providencia especial vigila por su bien; y que son guardados por el poder de Dios mediante la fe para la salvación.

Creemos que la ley de Dios es la norma eterna e invariable de su gobierno moral; que es santa, justa, y buena; que la inhabilidad que las Escrituras atribuyen a los hombres caídos para cumplir los preceptos de ellas procede enteramente de su amor al pecado; que el liberarles de ella y restituirles mediante un Mediador a la obediencia no fingida a la santa ley es el gran propósito del evangelio y también el gran propósito de los medios de gracia asociados con el establecimiento de la iglesia visible.

Creemos que una iglesia visible de Cristo es una congregación de creyentes bautizados; asociados mediante un pacto en la fe y la comunión del evangelio; la cual practica las ordenanzas de Cristo; es gobernada por sus leyes; y ejerce los dones, derechos y privilegios que a ella otorga la palabra del mismo; y cuyos oficiales bíblicos son pastores (de manera intercambiable conocidos como ancianos u obispos) y los diáconos; cuyos requisitos, derechos y deberes son definidos en las epístolas a Timoteo y a Tito.

Creemos que el bautismo cristiano es la inmersión en agua del que haya tenido fe en Cristo; hecha en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; a fin de proclamar, mediante un bello emblema solemne, esta fe en el Salvador crucificado, sepultado y resucitado, y también el efecto que esa misma fe ha tenido en nuestra muerte al pecado y resurrección a una vida nueva; y que el bautismo es requisito previo a los privilegios de la relación con la iglesia y a la participación en la Santa Cena, en la cual los miembros de la iglesia por el uso sagrado del pan y del vino conmemoran juntos el amor de Cristo demostrado en su muerte; precedido siempre por una auto-examinación solemne del participante.

Creemos que el Día del Señor debe ser un día de reposo cristiano; que debe ser consagrado para fines religiosos, por medio de dedicarse a la observancia de los medios de gracia, tantopúblicos como privados; y por medio de prepararse para el descanso que le queda al pueblo de Dios.

Creemos que el gobierno civil existe por disposición divina para los intereses y buen orden de la sociedad humana; y que debemos orar por los magistrados, honrándolos en conciencia y obedeciéndoles; salvo en cosas que sean opuestas a la voluntad del Señor Jesucristo quien es el único Señor de la conciencia y Príncipe de los reyes de la tierra.

Creemos que hay una diferencia radical y de esencia entre los justos y los impíos, y que aquellos tales que por medio de la fe son justificados en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, y santificados por el Espíritu de nuestro Dios son los justos verdaderos en su estimación; mientras que todos los que siguen impenitentes e incrédulos son impíos en su estimación y están bajo maldición; y tal distinción dura tanto en la vida como después de la muerte.

Creemos que se acerca el fin del mundo; que en el día postrero Cristo descenderá del cielo, y levantará a los muertos del sepulcro a la retribución final; que entonces se hará una separación solemne; que los impíos serán sentenciados al castigo eterno, y los justos al gozo eterno; y que este juicio fijará para siempre el estado final de los hombres en el cielo o en el infierno, sobre los principios de justicia.